Reflexión del día: El síndrome del impostor

Para poder ejercer el heroísmo ciudadano que necesitamos para transformar el país, primero debemos entender qué es y cómo combatimos el síndrome del impostor.

Puedes ver aquí la Reflexión del día de Augusto Townsend en video.

Quiero hablarles hoy sobre el síndrome del impostor. Quizá es un concepto con el cual algunos de ustedes están familiarizados, pero otros no, y es bueno explicarlo. De hecho, es particularmente importante pensar sobre esto en esta época del año. 

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que nos hace pensar que, por alguna razón, estamos en una posición o tenemos una responsabilidad para la cual no estamos capacitados. A veces se siente como si estuviéramos engañando al resto, ocultándoles la verdadera magnitud de nuestra incompetencia, pero que en algún momento todos se van a dar cuenta y vamos a quedar en ridículo. 

Esto se manifiesta en síntomas como pensar obsesivamente sobre nuestros errores pasados; sentir uno como si su consciencia siempre le estuviera recordando lo fallido que es y lo bajas que son las probabilidades de conseguir lo que uno quiere. El miedo al fracaso resultante hace que uno se vuelva excesivamente perfeccionista, que le dé mil vueltas a cada decisión porque siente que, si da un mal paso, se cae todo ese edificio, ese engaño que hace que los demás no se den cuenta de que, en el fondo, uno es un impostor. 

Pues bien, esto le pasa a muchísima gente, y me incluyo. He leído que quizá a siete de cada 10 personas. Pero es importante entenderlo por varias razones. Una es por una cuestión de justicia. Si uno se minusvalora, si se cree menos de lo que realmente es o tiene para ofrecer, pues no va a exigir lo que legítimamente le corresponde a cambio de ese valor que aporta, a su trabajo, a la sociedad, etc.

Esto pasa mucho con personas que se frenan a sí mismas de exigir mayores responsabilidades o mayor compensación en el trabajo porque creen -equivocadamente- que no lo merecen. O evitan ponerse en situaciones en las que asumir algún nivel de riesgo podría ser importante para ellas, como lanzarse a hacer un emprendimiento o cambiar de línea de trabajo. 

Para mí, este fenómeno es muy importante por cómo se relaciona con las cosas que yo hago. Si queremos que haya ciudadanos con suficiente convicción como para pensar que con su trabajo, esfuerzo y compromiso pueden cambiar el país, pues necesitamos que se sientan empoderados para ello, que tengan sentido de agencia, es decir, que entiendan cómo con sus propias acciones pueden contribuir a que la cosas cambien.

Yo siempre les digo que para sacar adelante a nuestro país, necesitamos desarrollar un sentido de heroísmo ciudadano que se refleje en nuestras conductas del día a día y en nuestra determinación de perseverar. Pero es importante recordar aquí que el héroe o heroína no es aquella persona que lo tiene todo fácil sino al contrario, quien enfrenta enormes dificultades y obstáculos en el camino, pero, precisamente porque cree en sí mismo, encuentra la manera de superarlos.

Esa persona, en algún momento clave, descubrió que no es un impostor. Que su esfuerzo no es intrascendente, y que cada quien, desde donde esté y en su propia medida, puede echar a andar una bola de nieve que se convierta en una avalancha. 

Como les digo, casi todos combatimos contra el síndrome del impostor. Pero en estas fechas, es importante mirar atrás a lo que hicimos este año y apreciarlo -apreciarnos nosotros mismos- por lo que sí estamos en la capacidad de aportar y por cómo nuestra existencia en este planeta no es irrelevante sino que nos permite impactar positivamente en la vida de otros.

Y creérnosla. Entender que, si ya lo hemos hecho, podemos seguir haciéndolo y cada vez con mayor alcance. Y si hemos enfrentado algún traspié, eso no nos convierte en impostores sino que seguimos siendo protagonistas de nuestra propia vida, con una ruta al liderazgo que no es lineal sino que nos va a ir retando a cada paso.

Si queremos transformar el país, tenemos que ser capaces de confiar en los demás, y para eso primero tenemos que poder confiar en nosotros mismos. Así que, en lo que pueda servir, les deseo un 2026 con menos síndrome del impostor, más sentido de agencia y más heroísmo ciudadano. 

Cordialmente,

ATK.

P.D.: Si quieres aprender más sobre este concepto, aquí encuentras una charla TED al respecto de Elizabeth Cox.

Charla de Elizabeth Cox para TED-Ed.